En el mundo de la construcción, tradicionalmente dominado por hombres, las mujeres han tenido que abrirse camino con valentía y determinación. Desde Emily Roebling, quien supervisó la construcción del Puente de Brooklyn, hasta Zaha Hadid, la primera mujer en ganar el prestigioso Premio Pritzker de Arquitectura, las mujeres han demostrado que la excelencia y la visión no tienen género. Pero más allá de estos hitos globales, en el corazón de Guayaquil, hay dos figuras que hoy la Cámara de la construcción de Guayaquil quiere resaltar y que encarnan el verdadero poder del liderazgo femenino en la construcción: Nelly Vega e Irene Miranda.

Nelly Vega no solo desafió las estadísticas; las reescribió. En una época donde las mujeres en la arquitectura eran una rareza, Nelly fue una de las únicas dos mujeres en un salón de 20 estudiantes. Con 40 años de trayectoria, ha dejado una huella imborrable en la formación arquitectónica de Guayaquil, especialmente por su trabajo junto a León Febrés Cordero, un referente en el ámbito político y urbanístico de la ciudad.
Desde el inicio, Nelly entendió que para destacar no bastaba con el talento; era necesario ser resiliente y estratégica. Enfrentó comentarios, miradas incrédulas y la constante presión de demostrar su valía en un entorno donde la norma era masculina. Sin embargo, lejos de dejarse vencer, convirtió esos desafíos en impulso para crecer profesionalmente.
Hoy, como Fedataria en la Cámara de la Construcción de Guayaquil, Nelly es un referente para las nuevas generaciones. Su consejo para las mujeres que desean abrirse camino en el sector es claro y poderoso:
“Las mujeres podemos lograr vencer cualquier obstáculo si hacemos notar nuestra presencia. No importa la personalidad que tengamos, ya seamos introvertidas o extrovertidas. Si somos buenas personas, seremos buenas profesionales.”
Nelly recalca la importancia de escuchar más que hablar para entender el panorama y los desafíos a los que actualmente se enfrenta el sector. Para ella, el verdadero liderazgo nace cuando las mujeres dejan de temer al error y lo ven como una oportunidad para evolucionar. Persistencia, autenticidad y visión son las herramientas que ha usado para construir su camino y que ahora comparte con las mujeres que siguen sus pasos.

La Valentía de Liderar: Irene Miranda
Mientras Nelly abría camino en la arquitectura, Irene Miranda asumía uno de los desafíos más complejos para una mujer en los años 80 y 90: liderar una empresa de construcción en un entorno corporativo donde las decisiones importantes las tomaban, casi exclusivamente, hombres. Como cabeza de Ciport, una empresa referente en Ecuador, Irene no solo tuvo que levantar la voz, sino que tuvo que hacerse escuchar.
Desde muy joven, Irene entendió que el liderazgo femenino requiere más que solo carácter; implica discernimiento. Supo leer las dinámicas de poder, entender los intereses y transformar su entorno desde la autenticidad. La época exigía dureza, pero ella comprendió que la verdadera autoridad nace de la confianza, no del miedo.
Hoy, Irene dirige con una combinación de firmeza y empatía. Ha logrado formar equipos cohesionados, donde la colaboración y la confianza son el motor del éxito. Para ella, el liderazgo moderno no se trata de imponer, sino de inspirar:
“Es posible tener éxito, ser respetada y apreciada al mismo tiempo. Combinando carisma y confianza con empatía y autenticidad.”
En uno de sus artículos más leídos, titulado «Cómo ser una bacán sin sonar arrogante», Irene destaca la importancia de ser genuina y de reconocer los errores para crecer. La clave, sostiene Irene, está en trabajar desde la autenticidad, sin la necesidad de impresionar, pero sí de conectar. Entiende que un equipo sólido no se construye con órdenes, sino con confianza y coherencia.
Irene también desafía la creencia de que las emociones deben dejarse fuera del trabajo. Sostiene que una líder que reconoce su vulnerabilidad y la gestiona con inteligencia emocional crea un entorno de trabajo mucho más humano y productivo.
Un Legado de Poder y Determinación
Lo que une a Nelly Vega e Irene Miranda no es solo su éxito profesional, sino el coraje de haber desafiado las reglas de una industria que, por décadas, consideró que las mujeres no tenían un lugar en las decisiones estratégicas. Ambas son prueba viviente de que las mujeres no solo pueden liderar en la construcción, sino que pueden redefinir las reglas y transformar el futuro del sector.
Este Día Internacional de la Mujer es más que una fecha para celebrar; es una oportunidad para reflexionar sobre el camino recorrido y el impacto que estas líderes están dejando en las generaciones futuras. La construcción, como metáfora de la vida, requiere visión, estructura y resistencia. Nelly e Irene nos enseñan que las mujeres no solo tienen esas cualidades, sino que son las arquitectas de un futuro más justo y equitativo.
Si hay una lección que las mujeres del gremio deben tomar de estas historias es que el liderazgo femenino no consiste en adaptarse al entorno; consiste en transformar el entorno. La voz de una mujer en la construcción no solo debe ser escuchada, debe ser valorada y reconocida como el pilar que sostiene el crecimiento y la innovación.

Nelly Vega e Irene Miranda son el reflejo de una realidad que ya no puede ser ignorada: las mujeres están liderando el cambio en la construcción. Con visión, resiliencia y autenticidad, han demostrado que el éxito en el sector no es cuestión de género, sino de talento y carácter.
Este artículo no solo celebra sus logros, sino que es un llamado para que más mujeres sigan su ejemplo, para que cada obra construida por manos femeninas se convierta en un símbolo de progreso y equidad. La construcción del futuro está en marcha, y las mujeres están liderando el camino.
Porque el liderazgo femenino en la construcción ya no es la excepción. Es la nueva norma.
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